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miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL FENÓMENO SUBCULTURAL (Andrés Recasens Salvo, Antropólogo Social)


UNIVERSIDAD DE CHILE 
SEDE OSORNO


EL FENÓMENO SUBCULTURAL

Andrés Recasens Salvo 
Antropólogo Social 
Edición Sede Osorno 
Universidad de Chile 
1980



Capítulo II. El Fenómeno Subcultural

En términos generales, se entiende a la subcultura, como un segmento de la cultura global, que posee algunas características culturales que le son propias y que la hacen distinguible y particularizable del resto de la cultura. Esta segmentación de la cultura global, está referida principalmente a factores de carácter étnico, laboral, geográfico, religioso, económico, etc. La utilización del término subcultura y su aplicación en la investigación, ha tenido diferentes caminos. C. Arensberg, lo utilizó en sus ensayos antropológicos sobre los Estados Unidos contemporáneo, para referirse a cierto número de tipos comunitarios. E. Vogt, lo usó para establecer subculturas religiosas y regionales: mormones y texanos. Ch. Wagley y M. Harris, en la clasificación de nueve tipos principales de subculturas, aplicados a la heterogeneidad cultural de América Latina, usando criterios étnicos, ecológicos, comunitarios y de clase. Para J. Steward, en la sociedad global se distinguen por sus características peculiares, los grupos subculturales por filiación étnica, ocupación, religión, raza, estatus u otros. Subraya este autor, la importancia que tiene el establecer en “qué medida los efectos de cualesquiera estructuras particulares, como las correspondientes al empleo, la religión, la filiación política o las asociaciones, guardan cierta coherencia interna” (Cfr. Valentine, Ch. 1972:116–121).

Se entiende que la subcultura es el resultado de la cristalización de una variante cultural en un grupo determinado de la sociedad: pero, por otra parte, se postula que cualquier diferenciación que importe el fenómeno subcultural, no puede significar un apartamiento total de los patrones culturales del contexto social en el cual está inmersa y al cual pertenece. Esto último, como una manera de sostener alguna forma de identificación cultural de las partes constitutivas de la cultura dentro del sistema social. Esta identificación se mantiene, según M. Yinger, porque la cultura total de una sociedad puede tolerar otros valores dentro de su seno y que suscriben segmentos subculturales, siempre que no causen conflictos de desintegración que perturben la cohesión normativa de sus miembros. Y la propia subcultura, también tolera otros valores fuera de su sistema, siempre que no socaven la adhesión a los suyos propios, y que la caracterizan como tal. Cuando la subcultura surge como una derivación del sistema cultural, la relación sería no conflictiva, pues los lazos no se rompen y la variante es sólo una ramificación de la cultura global. Pero en el caso en que la subcultura surja como una reacción negativa al sistema cultural, la relación es antagónica y conflictiva. La diferencia expuesta, la distingue Yinger utilizando dos conceptos: para el primer caso, habla de subcultura; y para el segundo caso, de contracultura (Cfr. Wolgang, M.E. y Ferracutti, F. 1971:118–122).

Desde el punto de vista de los valores, E. Shils plantea el hecho de que el sistema central de valores que caracteriza a una sociedad, no constituye la totalidad del orden de valores y creencias profesados y observados en ella. Porque en toda sociedad diversificada, los sistemas de valores se distribuyen a la manera de un espectro, dentro del cual las variaciones del sistema central oscilan desde una hiperafirmación de algunos de sus componentes, hasta el otro polo, en que existe una recusación extrema de ciertos elementos capitales, acompañada con la afirmación de otros elementos que son rechazados o subordinados dentro del sistema central de valores. Con respecto a la idea anterior, Wolfgang y Ferracutti señalan que la subcultura se diferencia sólo parcialmente de la cultura “generatriz”, empleado este término para designar a la cultura más amplia, de la cual se han desgajado elementos subculturales diferenciándose del sistema de valores. Esta “cultura global” estaría dispuesta a adoptar a la subcultura que voluntariamente se encadena a su “generatriz” por virtud de ciertos valores compartidos, cuantitativa y cualitativamente suficientes, como para vincular a la “generatriz” y al “vástago” (op. cit.: 114–122). Aquí se encuentran reunidas las ideas de E. Shils y de M. Yinger citadas anteriormente.

Con respecto a lo dicho hasta ahora, habría que hacer algunas consideraciones que estimamos de sumo necesarias. Nos parece, primeramente, que la relación entre subcultura no podría ser postulada en términos generales como voluntaria, ya que esta disposición de la cultura para adoptar al “vástago”, no se hace cargo de la totalidad de las variantes subculturales, algunas de las cuales podrían tener el carácter de contraculturas, como han señalado M. Yinger. Por otra parte, estimamos que no se ha señalado claramente la especificidad de la cultura global como entidad diferencial de la subcultura. Cabría hacerse la pregunta: ¿subcultura de qué? El prefijo que se antepone al término “cultura”, denota que se trata de una parte extraída de una totalidad. Habría entonces, un grupo social que por poseer características culturales que no poseería el resto de su sociedad, sería considerado como un segmento subcultural, aún cuando poseyera muchas de las características de la cultura total. Ahora bien, si lográramos separar un grupo de esta manera, aplicando ya sea criterios étnicos, laborales, geográficos, religiosos, etc., tendría que entenderse, según las ideas de “subcultura” y “cultura global”, o de “vástago” y “generatriz”, que lo que nos resta es la “cultura”. Pero no es esa la realidad del fenómeno, por lo menos en lo que atañe a las sociedades actuales. Lo que nos resta, es un mosaico subcultural que se diferencia igualmente al interior por razones de diversa índole, como valores, normas, creencias o conocimientos, derivados de los mismos criterios que utilizáramos para desgajar el primer segmento. Por consiguiente, no se trataría de una relación entre una subcultura y una cultura global. La primera podría ser delimitable, pero la otra no, por lo menos no como “resto homogéneo”, ya que al apretarlo se desgranaría en una variedad de subculturas.

El problema que se nos presenta es con relación a qué sería lo que la da unidad a este mosaico subcultural, asegurando la integración necesaria para su supervivencia como sociedad. Existiría dentro de la diversidad subcultural, un núcleo que ligaría a las subculturas, pero del cual ninguna d ellas es su absoluta representante. Son los factores “universales” de que habla R. Linton y que lo aplica a los contenidos existentes en una cultura determinada, representados por el idioma común, el sentido de pertenencia a un mismo territorio, formas aceptadas de vestir, habitar y comportarse en las diferentes situaciones de interacción social. Este núcleo cultural o universales, es lo que hace posible que los miembros de la sociedad, distribuidos en diferentes subculturas, convivan dentro de sus límites con un mínimo de confusión y conflicto. Linton advierte sobre el particular, que en las sociedades actuales, altamente diversificadas culturalmente, este núcleo central estaría reduciéndose paulatinamente, y que nos “estaríamos acercando rápidamente al punto en que no habría suficientes aspectos sobre los que estén de acuerdo todos los miembros de la sociedad para dar forma y contenido a su cultura” (1970:268-280). Sobre la advertencia que hace Linton, pensamos que en las sociedades contemporáneas altamente diversificadas, cuando no es posible sustentar la integración de la sociedad por la unidad de la cultura, debemos recurrir para su explicación a los otros sistemas que podrían asumir el papel unificador, como serían los sistemas jurídicos, políticos o económicos. Esto último es más bien lo que explica el ejemplo de A. Kroeber cuando dice que “...dentro de una sociedad, cada clase exhibe una frase más o menos distintiva, una subcultura de la cultura total que porta la sociedad... Se admitirá que en tales culturas, los barrenderos y los banqueros siguen en su vida rumbos distintos que les son propios, y que sus contribuciones son diversas, pero se piensa que su coherencia dentro del cuerpo político de la cultura y la sociedad es mayor que su disgregación” (Cfr. Valentine Ch. op. cit:116).

Cuando nos referimos al hecho de que las diversas culturas de una sociedad estarían unidas a través de un núcleo cultural o universal según Linton, debe entenderse que no son las subculturas las que efectúan la ligazón, sino que son los miembros de ellas los actores del fenómeno. En las sociedades urbanas, existe una multitud de roles que se conjugan, trabando a cada hombre con demandas de diversa índole y variados compromisos, con lo que se crea una malla que abarca tanto a los estratos de la sociedad como a las subculturas de ella. Uno de los atributos de la urbe, según A. Southall, es la gran densidad espacial de las interacciones sociales, “la que ha sido vastamente aumentada a través de las comunicaciones tecnológicas. La gente interacciona socialmente no sólo con buses y aviones, sino también a través de escribir cartas, telefonear, escuchar radio, ver televisión. Esto es lo que genera una gran densidad de interacción social en la vida urbana de hoy en día, lo que todavía tiene que ser considerado en términos espaciales, pero no en los términos espaciales de los límites físicos de las ciudades, ya fuera de moda. Gran parte de estas numerosas interacciones sociales pueden ser muy superficiales y efímeras, que viene a ser el aspecto esencial de la vida urbana; pero no son el total de las interacciones que se dan, como han hecho suponer algunos autores. Otro aspecto igualmente importante de la alta densidad de interacciones y de la tecnología de comunicaciones, es que también permite y facilita la emergencia y mantención de relaciones personales profundas...” (1973:5-7).

El hombre urbano es requerido al cumplimiento de una serie de roles que abarcan tanto actividades relacionadas con el parentesco, como con lo laboral, económico, asociativo, político, recreativo, religioso, etc. En cada una de ellas enlaza interacciones sociales con mayor o menor intensidad, según sea el rango de significación que le otorguen sus intereses. No todas ellas se realizan dentro de un mismo estrato socioeconómico. Las relaciones que implican algunas de ellas pueden concretarse por medio de personas o grupos pertenecientes a distintos estratos. Tal sería el caso de las relaciones que se establecen, por ejemplo, dentro de una subcultura religiosa o política. Muchas de estas interacciones subculturales pueden ser desde el punto de vista de las subculturas implicadas, y lo son generalmente, desconocidas entre ellas; la alta densidad socio–física de la ciudad lo permite y, a veces, para el actor social puede ser conveniente que así sea.

Es pues, del mayor interés para los estudios antropológicos en lo urbano, poder investigar lo que acontece realmente dentro del fenómeno subcultural. Gran parte de los autores que hemos visto, enfatizan la necesidad de mayores datos, que sólo pueden ser proporcionados a través de nuevas y más numerosas investigaciones empíricas. Y que éstas, deben ser realizadas, en lo posible, mediante equipos interdisciplinarios. Hay algunos problemas que estimamos conveniente resolver a través de la investigación, y que nos parece tienen prioridad. La mayoría de las definiciones de subculturas cubren una multiplicidad de unidades con características muy diferentes entre sí. Por otra parte, los intentos de definiciones más restringidas, no ayudan a resolver el problema. M. Gordon, en su búsqueda por lograr una mayor especificidad del fenómeno subcultural, propone reservar el término subcultura para los “patrones culturales de una subsociedad, con miembros de ambos sexos, de todas las edades, con grupos familiares, y que se equipara al conglomerado mayor de la sociedad, al suministrar toda una red de grupos e instituciones que se extienda a lo largo de la vida del individuo”. Y con respecto a la existencia de patrones culturales en grupos de menor número y de latitud más restringida que en el caso de la definición de subcultura propuesta, los denomina “grupos culturales” (Cfr. Wolfgang, M.E. y Ferracutti, F. op.cit:117). Los atributos que plantea Gordon en su definición para subcultura, dejan dentro solamente a algunas comunidades rurales, a algunas poblaciones indígenas existentes dentro de una nación y, con alguna dificultad, a algunas colectividades étnicas resultantes de migraciones. La salvedad que hace el autor con respecto a los grupos de menor número y latitud, y que denomina “grupos culturales”, no se hace cargo de las agrupaciones de gran número de individuos que deja fuera de la primera definición, como serían, entre otros, las asociaciones políticas, religiosas y laborales, a veces de alcance internacional, y por cuyas características merecen ser consideradas dentro del fenómeno subcultural. De todos modos, nos parece válido el concepto de “grupos culturales”, para significar aquellas diferenciaciones que puedan darse al interior de las subculturas, como grupos de edad o sexo, pero que mantienen con ésta una identidad mediante los particularismos que la distinguen del contexto mayor.

Por causa de su complejidad, la más de las veces la estructura social es difícil de descomponer en subestructuras que tengan algún sentido operacional, a menos de ser extremadamente cuidadosos tanto en los criterios de delimitación, como en los “cortes” que se efectúen en la estructura de la cual se extraen. La idea de que las estructuras como los sistemas son entidades arbitrarias que responden a los objetivos del investigador, otorga a la delimitación una permisividad peligrosa. Las subestructuras pueden quedar lo bastante mutiladas como para que sea sólo una ficción o una petición de principios la singularidad buscada; pues, a veces, lo que se amputa puede ser tan representativo como lo que se deja dentro. El físico Albert Wilson hace una advertencia que es aplicable a lo anterior. Dice que, a menos que la cuchilla siga las “interfaces naturales” cortando un mínimo de conexiones al aislar entre sí los distintos subcomponentes, lo más fácil es que la descomposición a que le llegue sea engañosa, carente de interés y embarullada. Llama “interfaces naturales” a aquellas disminuciones abruptas del número o robustez de los enlaces que las cruzan, o por la existencia de alguna forma de clausura o cierre. Entre las formas de cierre más comunes, presenta la de tipo topológico, que es la inclusión de un entorno espacial que coincide con la extensión de un objeto físico, o la limite, dentro de una o más superficies cerradas, lo que fundamentalmente es distinguido mediante la percepción visual (1973:73-74). En la investigación antropológica, cuando se delimita una comunidad para ser estudiada, suele aplicarse este criterio topológico. Sin embargo, puede llevar a error, a menos que tengan en cuenta todas aquellas interconexiones que la comunidad mantiene con otras agrupaciones de niveles mayor, similar o menor, que pueden estar definiendo algunos aspectos sociales o culturales que, en general, se estiman como fenómeno de la estructura, independientemente de sus relaciones.

Estrechamente ligada a la preocupación anterior, está la planteada por los antropólogos D. Kaplán y R. Manners, cuando manifiestan que en la investigación antropológica de décadas pasadas, el investigador raramente distinguía entre su unidad de análisis y los límites físicos y sociales reales de ella. Al escoger una unidad aplicando criterios lingüísticos, geográficos o culturales, que fuesen de alguna manera manjebles desde el método de la observación, la identificaba como la “cultura x”, procediendo arbitrariamente a su estudio y análisis como si constituyese un sistema por sí misma. Refiriéndose en forma crítica al trabajo de Malinowski en las Islas Trobriand, expresan que su análisis de la cultura de los trobriandeses es el resultado, en gran medida, de su estudio intensivo de una determinada aldea del distrito de Kiriwina, que era la residencia del jefe soberano (1975:58–59).

Con referencia a las posibles delimitaciones de unidades sociales dentro del contexto urbano, L. Moore propone la utilización de “módulos sociales operativos”. Para el autor, el “módulo” es un segmento social que incluye a personas que residen en un área limitada, lo que facilita la interacción social de sus miembros, las actividades comunes y la creación de sentimientos de cohesión y arraigo (1966:21-50). Esto hace referencia, más bien, al concepto de comunidad. Creemos que el manejo del concepto de “módulo” para referirse a una unidad social factible de separar del contexto general urbano, también debe ser cuidadoso de los criterios de delimitación usados, a fin de que correspondan realmente a las interfaces latentes y manifiestas que permitirían realizar la segmentación. A este respecto las recomendaciones de A. Wilson también son pertinentes. Dice con respecto a la estructura o sistema “módulo”, que debe cumplirse con algunas exigencias para su delimitación. Propone que el tamaño, la complejidad y los límites de un “módulo” están determinadas por: 1) totalmente por las propiedades de sus subestructuras; 2) por lo que lo rodee, 3) por una combinación de su contenido y su entorno; y 4) tanto el módulo como el contexto a que pertenece deben tener algún tipo de unidad que les sea común” (op.cit:137).

En una investigación realizada en la ciudad de Santiago, nos planteábamos con respecto a lo anterior, la necesidad de que nuestros estudios de pequeños módulos no fueran de carácter anecdótico, sino que se conectara su estudio con el contexto urbano mayor, a fin de establecer la influencia recíproca de la urbe y nuestras unidades de estudio. Para ello, nos proponíamos analizar una serie de aspectos de la ciudad, abordando sectores, módulos o comunidades, para no perder de vista la estrecha interdependencia de los diferentes segmentos constitutivos del sistema urbano (Recasens S. Andrés et.al:1977:6).

Sin embargo, la delimitación del fenómeno subcultural, no presenta las características aplicables al “módulo”, pues este tiene necesariamente una connotación física, por sobre los contenidos que lo identifican. Las subculturas, según el criterio de delimitación que se aplique, pueden trascender el ámbito de un módulo físico–social urbano y, a veces, los límites de la ciudad misma. Por consiguiente, pensamos que la caracterización de fenómeno subcultural requiere además, de otros aspectos que los ya vistos. La clasificación de éste, para que sea operativa su investigación, debería comprender las siguientes categorías, con sus rasgos distintivos:


1. Con respecto a la subcultura:

(a) Criterios de la delimitación: étnico, ecológico, económico, religioso, político, comunitario, laboral, asociativo, etc.
(b) Número de los miembros y extensión
(c) Estratos sociales comprometidos
(d) Tipos de relaciones entre los miembros de los diferentes estratos comprometidos


2. Con respecto a los particularismos subculturales:

(a) Tipo de rasgos o complejos culturales propios de la subcultura
(b) Efecto y alcance de los particularismos con relación a los modos de la vida
(c) Grado y tipo de organización e institucionalización de los particularismos


3. Con respecto a los miembros de la subcultura:

(a) Intereses y actividades implicadas en la pertenencia
(b) Grado de cohesión y sentido de pertenencia; lealtad
(c) Extensión de las interacciones sociales que se producen
(d) Tipo de interacciones sociales, según la jerarquización, especialización y diferenciación de los miembros.


4. Con respecto al contexto mayor:

(a) Grado y tipo de reconocimiento por parte del contexto mayor
(b) Tipo de relaciones con otras subculturas, ya sean de colaboración, intercambio, compromiso, dominación, subordinación, conflicto o antagonismo.


En un documento de trabajo presentando al Seminario “enfoques ecológicos de la educación”, organizado por el Consejo de Rectores de las Universidades del país, manifestábamos la necesidad de que la educación formal, cuyos programas tienen contenidos que son generales para todo el país, asumiera los fenómenos de heterogeneidad ecológica y cultural existentes en él. Proponíamos para estos efectos que la educación debería programarse dentro de un enriquecedor proceso de intercambio sociedad–subculturales; y que las características de este intercambio entre otras, deberían ser las siguientes:


1) Reforzar los procesos de socialización subcultural, en lo que dice relación con sus mecanismos integradores hacia sus modos de vida y hacia su medioambiente.

2) Incrementar el conocimiento subcultural con respecto a los recursos del medio, formas de explotación, conservación y renovación según cuales fueron éstos, como asimismo las tecnologías adecuadas para cada caso, principalmente en aquellas subculturas delimitadas mediante criterios ecológicos–culturales.

3) Ampliar el ámbito del mundo subcultural, hacia el conocimiento de las diversas subculturas que conforman la sociedad, como también los avances generados en los centros urbanos, en lo que concierne a la ciencia, las humanidades y el arte.

4) Integrar a las subculturas a los contenidos culturales que son patrimonio de toda la sociedad, a fin de fortalecer el núcleo cultural que da unidad a la diversidad subcultural.

Estas recomendaciones, fueron adoptadas dentro de los acuerdos tomados por el plenario de comisiones, en el cual participaron docentes e investigadores de todas las Universidades del país (1979:79-115).

martes, 1 de mayo de 2012

Pandillas Juveniles / Pandillaje Juvenil


Las características del comportamiento de miembros de pandillas son variadas y pueden incluir desde una impropia actitud general, hasta trastornos mayores de personalidad. Sin embargo, no podemos cercar a todos los miembros de pandillas en una sola categoría de comportamiento.

Los componentes de pandillas crean su propio "territorio", sea en el colegio, comunidad, sector, etc., y normalmente su comportamiento es abiertamente hostil. Fuera de este territorio, pueden parecer amigables y amistosos, sin embargo al sentir violado su "código", y sentido de justicia propia, puede ocasionar una repentina falta de cooperación, y lo que es peor generar un estado de violencia.

A menudo, los pandilleros, son embusteros y manipulan fácilmente su ambiente a su conveniencia. Las apariencias pueden engañarnos, los inciviles tienen dificultades para controlar emociones y sentimientos, se muestran constantemente enojados y a la defensiva y presentan un fuerte resentimiento hacia la autoridad.

Los más violentos pueden ser insensibles, no tener metas de largo plazo, aburrirse fácilmente, no sentir remordimientos, y no controlar sus impulsos. Para muchas pandillas criminales modernas el objetivo primario es el PROVECHO MATERIAL, para ello emplean la extrema violencia, el uso de drogas, y todo tipo de acciones criminales que justifiquen su fin.

Estudios al respecto, nos indican que las pandillas violentas no se asustan fácilmente y no se intimidan ante la autoridad. En cada fase de un acto criminal, sienten excitación, tienen poco interés en actuar responsablemente, y no admiten sus culpas. Se consideran personas básicamente decentes y justificados en todo lo que hacen. Con frecuencia cada miembro de una pandillas quiere tener su control, para lo cual demuestra sus habilidades de liderazgo mediante acciones audaces y violentas.


¿PORQUE LA JUVENTUD SE ASOCIA A PANDILLAS?

Estas no excluyen grupos sociales, étnicos, económicos, de edad y ubicación geográfica. Las edades fluctúan entre los 13 y 21 años. Entrevistas con miembros de pandillas indican que ellos mismos no entienden porqué se agrupan, esgrimiendo razones fraternales, protectoras, sociales, etc.


BUSQUEDA DE IDENTIDAD

Las agrupaciones pandilleras, normalmente no logran identificarse con su ambiente, por ello lo buscan a través de la cultura de pandilla, estableciendo una guerra contra el mundo exterior a fin de proteger su entorno.


ADUCEN SU INCORPORACION A:

  • Protección: En comunidades donde existen varias pandillas, el unirse a una de ellas, parece ofrecer una considerable protección contra la violencia y ataque proveniente de las rivales.
  • Compañerismo: Estudios indican que algunos miembros de estas, no tienen estructuras familiares férreas ni definidas, identidades todas que buscan en las actividades que les ofrece la pandilla, en cuanto a continuidad, amistad y cooperación.
  • Intimidación: Amenazas, palizas violentas, y peligrosos ritos de admisión son usados a menudo para forzar a la gente a unírseles.
  • Amor propio: Estudiantes y/o jóvenes sin actividad, que poseen una baja auto estima, intentan aumentar esta, a través del reconocimiento y los elogios que les brinda el grupo, no importa el cometido, el que siempre obedece a acciones delictuales sean estas criminales o menores. Estas manifestaciones, que no han recibido en su hogar ni en la escuela, les acrecienta su egocentrismo, les disminuye el temor al peligro y los hace sentirse héroes, sin advertir que su accionar los convierte en delincuentes.
  • Otras razones: Entre ellas, razones personales, excitación de grupo, necesidad de ser aceptados por otros jóvenes, presión de sus compañeros, beneficio financiero, tradición familiar, etc.


viernes, 27 de abril de 2012

Imágenes que hablan por si solas



"Tener tu estilo, no significa ser mala influencia", sino más bien es tu comportamiento y tus actos los que te llevan a ser una buena o mala influencia... (https://www.facebook.com/culturasjuveniles)


miércoles, 25 de abril de 2012

Conversatorio “Antropología, Juventud y Culturas Juveniles” en Universidad Santo Tomás

 Por: Diana Avila

El día Martes 25 de abril de 2012, fui invitada por el Docente de Antropología Social Gonzalo Garcés de la Universidad Santo Tomás sede Arica (USTO), a hablar sobre “Antropología, juventud y Culturas Juveniles” en donde más que dar una charla, la cual concluyó en un conversatorio donde todos (docente, alumnos y yo) pudiéramos dialogar sobre esta temática y a la vez poder contar mi experiencia de trabajo con jóvenes, en especial con jóvenes de Culturas Juveniles (también llamadas Culturas Urbanas, Subculturas juveniles, Tribus Urbanas, entre otros).

Se comenzó con la presentación del video ¿Tribus Urbanas?, con la finalidad de acercarlos un poco a la realidad de estos grupos de jóvenes, además de clarificar algunas conceptos y teorías que se utilizan para el análisis de los grupos juveniles.

 
Posteriormente se procedió a forma un circulo conversamos acerca del sus percepciones de las “Tribus Urbanas”, una joven comento que no a modo personal no les gustaban, no encontraba sentido a su existencia (luego aclaró que era su opinión personal).
Otra joven me pregunto ¿Por qué se llaman Tribus Urbanas?, la cual es una pregunta muy frecuente, comencé por explicarle la procedencia de este concepto de TRIBU, el cual fue acuñado por el sociólogo francés Michel Maffesoli, quién postula que estamos en una era de Neotribalización de la sociedad, es decir, la sociedad se ha vuelto a organizar en tribus, en grupos de pertenencia, de comportamientos, estética, y lenguaje propio.

También conversamos algunos conceptos que se deben conocer cuando se habla de las Tribus Urbanas como por ejemplo: Cultura Hegemónica, Subcultura, Contracultura, Culturas juveniles, Movimiento (en el caso de Hip-Hop) y Tribus Urbanas.

Se termino con el relato de mi experiencia de campo con grupos como los “Pokemones”, “Otakus” y Góticos. En este último caso relate como fue el proceso de entrada, permanencia y pertenencia al grupo y la salida de este, también como me fui involucrando con los lideres hasta conocer a un “Vampiro” y como fue el desarrollo de todo este proceso.

En fin fue una linda experiencia, mis agradecimientos a los alumnos de 1° año de la carrera de Técnico en Trabajo Social de la Universidad Santo Tomás Sede Arica, por su disposición y recepción.

A continuación las fotos que nos sacamos:

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Imagen Superior: Estoy con Cristian quien accedió a sacase una fotografía conmigo =)

Imagen Inferior: Los Alumnos presentes en el conversatorio (Muchas gracias)
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Exilio Político en Chile



Hola, hace mucho tiempo que no he publicado, pero quiero compartir con ustedes un trabajo realizado para el Curso electivo de Antropología Audiovisual de la Universidad de Tarapacá, que realizamos con una compañera de Carrera "Karina Sepulveda" y yo (Diana Avila).

Este video en lo personal es muy importante porque trata la temática del exilio politico en Chile, el cual fue desarrollado a través de una técnica llamada "etnobiografía" en donde la persona nos va relatando su vivencia desde que fue arrestado, torturado y posteriormente exiliado a México cuando solo tenía 21 años de edad, en dicho exilio nacieron sus hijos, lo cuales también nos entregan sus vivencias, sus historias, quienes se a pesar de tener padres chilenos se sienten sin una "nacionalidad", están invitados a conocer esta historia. (http://youtu.be/8nlIjEDfkMY)


Licencia Creative CommonsEl Fin del Exilio por Diana Avila Barrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.


martes, 18 de octubre de 2011

LOS CYBERGOTHS Y LAS NUEVAS TRIBUS URBANAS EN JUAREZ


Fuente: Diario.com

Tras la controversial irrupción, en la década pasada, de aquellos adolescentes autodenominados “emos” en Juárez y otras ciudades, a la par de otros conocidos como darketos, góticos y punketos, ahora empiezan a identificarse en esta frontera nuevos grupos de jóvenes con nombres como cybergoths, edhardys, hipsters, tribales y otakus.

Estos colectivos, integrados en su mayoría por adolescentes y adultos jóvenes, fueron bautizados por sociólogos y antropólogos como “tribus urbanas” porque llevan estilos de vida, actividades e indumentarias particulares que los identifican de otros grupos.

Los miembros de estas tribus urbanas, de acuerdo con los estudiosos, se unen bajo un conjunto de características, pensamientos, modas e intereses comunes para formar comunidades relativamente pequeñas pero con una identidad propia.

De hecho, explicaron catedráticos de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh), el nombre de tribu urbana fue utilizado por primera vez en 1990 por Michel Maffesoli en un libro llamado El tiempo de las tribus, en el que hacía referencia a este fenómeno que se presenta entre los jóvenes.

Así, en esta ciudad se pueden ubicar desde muchachos que visten de negro y tiñen sus cabellos de colores llamativos, pasando por otros que son seguidores de las caricaturas japonesas conocidas como anime, de las revistas manga y videojuegos con esas características, hasta los que suelen vestir con ropas y símbolos a quienes algunos identifican con una subcultura surgida del narcotráfico sin que por ello sus miembros sean delincuentes.

“Muchos son seguidores de una moda, pero no de una ideología, sólo se muestran contra la sociedad en su forma de vestir, por lo que se trata de una manera de expresión social, sin que exista en realidad un trasfondo cultural”, explicó Juan Antonio Ramírez, sociólogo y catedrático de la UACh.

No obstante, los conocidos como cybergoths son jóvenes que además de sus atuendos llamativos se manifiestan a favor del medio ambiente y contra los peligros biológicos ocasionados por tantas sustancias químicas que son arrojadas en el entorno donde habitan los seres vivos.

“Son una tontería, quítales la ropa y no son más que lo mismo que todos los demás”, expresó Edith, estudiante de leyes, cuando se le pidió su opinión sobre estos grupos que para algunos resultan estrafalarios por su manera de vestir.

A su vez, José Álvarez, trabajador de maquiladora, manifestó que le parece “de lo mejor” que las distintas generaciones estén entretenidas en algo a favor de la ciudad, ya que eso los puede alejar un poco de las adicciones y de los malos hábitos.

Mariel Ramos, estudiante de psicología, mencionó que la mayoría de las subculturas que se desarrollan en urbes como Juárez, tratan de llamar la atención, muchas veces con un enfoque desviado y negativo, pero no en todos los casos.

Agregó que muchos son jóvenes con la necesidad de pertenecer a algún grupo donde pueden obtener poder o necesidad de logro.

Al contrario de Mariel, Rubén Ríos, empleado de una tienda departamental, les otorgó su beneplácito, y relató que son ellos, los que no se quedan callados, quienes pueden cambiar con sus ideas la situación de violencia y contaminación en que vivimos.

Los cybergoths, estrafalarios y ecologistas
“Esto no es sólo una moda, es también un movimiento a favor del medio ambiente, por eso utilizamos el símbolo de Biohazard que significa peligros biológicos”, explicó Mario, integrante de Sariax Corporation (grupo de jóvenes cybergoths).

Si bien la moda inspirada en la ciencia-ficción y el interés en la música electrónica son dos áreas que definen la subcultura cibernética, los cybers también tienden a tener un interés general en las nuevas tecnologías, su influencia en la sociedad, y otros temas de la cibercultura, comentó.

“Somos ecologistas, y bailamos música industrial, electrodark, y biocyber que son diferentes géneros musicales, para exponer nuestras ideas”, agregó.

Estos grupos están asociados en gran parte con la música electrónica y la mayoría de sus ramas, como el aggotech, el futurepop y el darkwave, entre otras, según mencionaron algunos de sus integrantes en esta ciudad.

Son, además, una manifestación en contra de la contaminación global de sustancias químicas que dañan a los seres humanos, por ello usan máscaras antigases como parte de su atuendo.

En Ciudad Juárez son muy pocos los jóvenes que pertenecen a este tipo de tribu urbana, es por eso que no mucha gente los conoce.

“Nuestro objetivo es poder ser una cultura bien conocida en Juárez y poder brindarle nuestro mensaje a los ciudadanos”, relató Selene, de 16 años, también partícipe de este movimiento.

El atuendo que caracteriza a los cybergoths tiene múltiples colores, especialmente fosforescentes, que representan la radiación de las plantas nucleares y los desechos tóxicos fatales.

Asimismo, utilizan peinados al estilo rastafari pero con mechas pintadas de diversos colores.

Se les puede ver en ocasiones rondando por diferentes partes de la ciudad, como en el centro y en el Parque Central, expresándose y dando a conocer su modus vivendi y su forma de pensar.

El gusto por lo japonés: los otakus
Una tribu urbana que ha tenido gran crecimiento en esta frontera de unos años a la fecha es la de los “otaku”, término japonés que se utiliza para denominar a las personas aficionadas o seguidoras de caricaturas de origen nipón llamadas “anime”, “manga”, así como a los videojuegos.

Cuauhtémoc Guerrero, quien organiza desde 2002 la Convención de la Frontera enfocada a los cómics, manga, aficiones y pasatiempos, dijo que muchos juarenses fanáticos se reúnen en Plaza de las Américas e incluso que hay escuelas y universidades en donde estructuran sus propios grupos de otakus.

“Por lo regular el tipo de otaku que yo conozco son en su mayoría estudiantes, desde secundaria a universidad, otros incluso ya son titulados como médicos, licenciados e ingenieros”, comentó.

Guerrero explicó que un otaku comienza en la adolescencia –e incluso en la niñez– “cuando tus gustos ya son un poco más definidos y comienzas a adquirir tus propios animes; los chicos se ponen sobrenombres en japonés, comen comida japonesa, cantan en ese idioma y además aprenden a hablarlo”, agregó.

Otra característica de muchos seguidores del “anime” es que hablan por lo menos tres idiomas, por lo regular español, inglés y japonés, dijo.

Los temas que abordan ese tipo de dibujos animados están relacionados con la cultura japonesa, aunque algunas series están clasificadas para adultos.

Cuauhtémoc expresó que este grupo urbano llegó a la localidad gracias a la influencia de Estados Unidos, pero también en la década de 1990 la televisión mexicana comenzó a influenciar a esas generaciones con caricaturas como Dragon Ball, Candy Candy, entre otras.

Asimismo, comentó que existen fans de las caricaturas japonesas de todas las edades, como es el caso de Esteban López, un niño de nueve años aficionado al “anime” desde que tenía cinco, quien platicó que sus padres no lo dejaban ver “anime” porque le decían que eran violentas, pero que lo que más le gusta de ellas es que los personajes tienen un objetivo, y para lograrlo tienen que luchar.

De manera periódica se realizan convenciones en la ciudad para los seguidores otakus, en donde éstos tienen la oportunidad de congregarse.

A esas reuniones acuden al lugar del evento disfrazados de personajes de caricaturas, cantan karaoke y compran figuras, películas o “mangas”, que son revistas de cómics de Japón.

Después de dos años sin realizar un evento de este tipo en Ciudad Juárez, Cuauhtémoc espera que para septiembre de este año logre concretarse una nueva convención, a la que está convencido que acudirán cientos de “otakus” como en las ocasiones anteriores.

La subcultura que proviene del tatuaje: los edhardys
El nombre de esta tribu urbana proviene originalmente del tatuador norteamericano Don Ed Hardy, a quien se le considera como el primer diseñador en realizar sus dibujos y tatuajes con técnicas y estética asiática.

De acuerdo con datos proporcionados por seguidores de esta moda, en 2004 el estadounidense Christian Audigier compró los derechos para producir una línea de ropa llamada Ed Hardy, que está basada en diseños del artista, generando desde entonces una larga lista de seguidores, entre quienes se hallan algunos grupos de Ciudad Juárez.

La ropa que utilizan estos jóvenes puede resultar llamativa por las figuras estampadas a lo largo y ancho de las prendas, que varían desde tigres hasta calaveras. Además, con frecuencia tienen bordadas lentejuelas que dan brillo a la indumentaria.

“Lo mejor es que mucha gente te voltea a ver porque llamas la atención, te haces muy popular”, comentó Karla, una universitaria de 21 años, quien se considera “edhardy” porque lo que más le gusta de esta tendencia es precisamente la ropa.

“Es para gente con estilo y con gustos diferentes”, aseguró la estudiante.

Sin embargo, esta tribu urbana no sólo se caracteriza por su forma de vestir, sino también sobresale por algunos detalles en el modo de vida de sus miembros.

“Nos gusta estar entre amigos, nos juntamos en caravana en nuestras camionetas, escuchamos corridos. Organizamos carnes asadas, ponemos música de banda y tomamos cerveza y whisky, pero todo tranquilo”, sonrió la estudiante al recordar sus reuniones.

Karla dijo haber escuchado alguna vez señalamientos que los ligan con personas ligadas al narcotráfico, pero señaló que las acusaciones son por el tipo de música que escuchan y su manera de actuar y de vestir.

“Son personas que quieren aparentar tener mucho dinero, siempre andan en sus trocas patinando las llantas, oyendo narcocorridos y tomando cerveza”, señaló quejumbroso Miguel, estudiante universitario.

Pero Karla aclaró que, a pesar de ello, “no todos somos narcos”.

Entre muchos varones que siguen esta tendencia llama también la atención que se sacan y se delinean las cejas.

La estética edhardy abarca hasta el arreglo de las uñas, ya que algunas de las mujeres que siguen esta moda se las pintan con motivos originados en los tatuajes.

“La gente piensa que esta moda es para delincuentes solamente, a mí me gusta el estilo de la ropa, la música, pasear en los carros y festejar con mis amigos, pero eso no quiere decir que forme parte de algún cártel”, especificó un estudiante universitario que prefirió omitir su nombre.

El sociólogo Antonio Ramírez explicó que la conducta que siguen los miembros de estos colectivos puede atribuirse a que el ser humano tiene la necesidad de pertenecer a un grupo y que en su afán de ser aceptado se porta como el resto de sus compañeros.

Algunos críticos y analistas dicen que el fenómeno de las tribus urbanas no es más que la búsqueda de los jóvenes por la identidad tan añorada.

Cuando un joven se junta a una sociedad que posee las mismas tendencias, modas y pensamientos que él, éste se sentirá identificado tanto con el grupo como con sus símbolos y modas.

Los hipsters, una postura ante la vida
Un grupo que tiene algunos seguidores en Ciudad Juárez es conocido como hipsters.

En la década de los 40 del siglo pasado se acuñó el término “hipster” para bautizar a las personas que gustaban del jazz y de la literatura; a ellos se les puede identificar por usar gafas de pasta, por la manera en que fuman sus cigarros importados, y por escuchar música alternativa.

Para quienes se autodenominan hipsters en Juárez, lejos de ser una moda se trata de un “espectro de personalidad”, porque abarca desde la alimentación hasta la vestimenta.

A partir de 1990 se les empezó a denominar así a los jóvenes con gustos por el cine independiente, la comida orgánica, música alternativa y algunas otros factores que incluyeran aspectos de la cultura no predominante.

“Es un estilo de vida en el cual reflejo lo que soy, pienso y siento, es expresar libremente lo que eres sin importar opinión alguna”, manifestó Braulio, parte de esa tribu en esta localidad.

Otro hipster, quien prefirió quedar en el anonimato, comentó que gusta de las ideas políticas de izquierda, el diseño gráfico y las artes.

Mencionó que no ha sufrido discriminación como muchos muchachos de otras subculturas, porque casi no hay jóvenes como él en la ciudad y “la gente todavía no nos conoce mucho”.

En la cultura juvenil, el termino hipster usualmente se refiere a personas jóvenes con cierto gusto por el rock independiente, el skateboarding y otros deportes urbanos, con un sentido irónico de la moda o, de una u otra manera, de estilo “bohemio”, según los catalogan estudiosos de los movimientos urbanos.

Son típicamente asociados con la cultura alternativa, particularmente música alternativa, cine independiente o cualquier otra forma de música o cultura fuera de lo común.

Consumen comida orgánica, beben cerveza, y escuchan programas de radio no habituales.

Los jóvenes hipsters contemporáneos son mayormente asociados con un gusto general por la búsqueda intelectual.

De acuerdo con sociólogos, para los adolescentes el grupo de amigos es el referente principal. Los muchachos tratan de buscar una salida ante la insatisfactoria realidad que se le presenta como futuro, ya sea para evadirla o para enfrentarla.

Cuando se es adolescente, agregan, una de las máximas pretensiones es la diferenciación del resto del mundo, sin embargo, en el intento por ser distinto, paradójicamente recaen en la igualdad grupal.

Las botas superpicudas de los tribales
Una corriente que nació en Matehuala, San Luis Potosí, y que se ha extendido a algunos grupos de mexicanos en Estados Unidos, apenas empieza a hacerse presente en Ciudad Juárez, y es la de los conocidos como “tribales” por el género de música que escuchan.

Los tribales escuchan y bailan una mezcla de cumbia colombiana con sonidos africanos.

Sin embargo, lo más representativo de estas personas es que calzan botas “súperpicudas”.

En Ciudad Juárez hay fabricantes de este tipo de calzado muy puntiagudo, como es el caso de Felipe Hernández, de botas Paso del Norte, donde tiene un par en exhibición, pero comenta que difícilmente se venderá, pues no va con el estilo de los chihuahuenses.

“La gente de aquí del norte jamás se va a poner unas botas como esas, porque en el estado somos un poquito más serios para vestirnos, aunque me gustaría ver a alguien, porque yo no sé cómo le hacen para caminar o incluso para bailar”, bromeó mientras toma un ejemplar.

Hernández ha hecho 60 pares de este tipo de calzado, pero comenta que ninguno de ellos se vendió en Ciudad Juárez, y que todos fueron enviados a clientes en Dallas y Houston, Texas.

Juan Antonio Ramírez, sociólogo y catedrático de la UACH, explicó que esta corriente es más vista en paisanos que radican en el extranjero, pues las utilizan por melancolía, porque extrañan su cultura.

Hernández complementa lo dicho por el docente, pues dice que para algunas de las botas que ha hecho, le han pedido que lleven dibujos que representen a su lugar de origen, como un alacrán, con el cual se identifican los duranguenses.

“A lo mejor te estás adelantando a los hechos aquí en Juárez, porque puede que después sí lo vayan a ver tus ojos”, manifestó escéptico el fabricante, aunque agregó que uno de sus empleados vio a una persona con esas botas en la colonia Felipe Ángeles

El profesor Ramírez, no obstante, argumentó que la gente de la frontera está muy influenciada por la cultura de Estados Unidos y que –salvo casos aislados– los juarenses no se vestirían así.

LOS EMOS

Fuente: Blog

Conocida como la tribu de “LOS ADOLESCENTES TRISTES”. Chicos muy sensibles ligados a sus emociones.De allí que los identificamos con la palabra EMO.

Muchos de ellos sienten dolor en el corazón los que suelen descargar a través de cortes en la muñeca, para transmitir su dolor sentimental en físico. En otras oportunidades, ellos dicen hacer este acto para llamar la atención.

Disfrutan de escribir poesía, dibujar y tocar instrumentos. Son de destacarse en las artes.
Algunos son muy introvertidos, otros no tanto. Pero todos comparten el mismo sentimiento, LA TRISTEZA.

Muchos de ellos, tienen su fotolog para publicar imágenes de sus bandas favoritas, o para compartir con otra gente lo que sienten. Dándole a su fotolog un uso diferente al que le dan los floggers.

Uno de sus puntos de encuentro en Buenos Aires es “la Bond Street”, como muchos otros.

Su look se distingue por un corte de pelo en capas bien definidas y planchado. Infaltable el flequillo largo hacia el costado, tapando un ojo o, a veces, tapando los dos. La mayoría tiene el pelo teñido de negro con un mechón de pelo de algún color como rojo, fucsia, violeta, entre otros. Además, se delinean en gran cantidad los ojos en color negro, tanto chicas como chicos. Y usan sombras de colores como fucsia, violeta o celeste alrededor de sus ojos.

Su vestuario es negro con toques de otro color (fucsia, violeta, rojo, blanco o gris). Usan pantalones chupines negros, polleras con enaguas de tul, remeras ajustadas de bandas, suéter con escote en V, medias largas rayadas o con lunares. Algunos emos utilizan tapados largos. Sus calzados pueden ser zapatillas abotinadas de lona o botas.

Entre los accesorios que mas usan están: muñequeras a cuadritos, pulseras y cinturones con tachas, piercings, alguna hebilla, vincha o moño en el pelo, mochilas generalmente negras, pins, muñecos de trapo, etc.

Muchos de ellos son fanáticos de imágenes de Jack (el personaje de “El cadáver de la novia”), Hello Kitty (color negro y fucsia), calaveras, imágenes "a cuadritos" (de dos colores), etc.

Algunas de sus bandas favoritas son Panic! at the disco, My Chemical Romance , From first to last, Thirty seconds to Mars, Lostprophets, Alesana, Avril lavigne, Evanescence, etc.